Cien cárceles de amor
Me cabe el cañaveral
en cuatro dedos de ron.
Poco paga el yanqui ya
por este millón de canas
que el negro sembró y corto.
Mas no me trago este trago,
porque es trago de sudor.
Aquí el borracho es marino,
pero si se pone a andar
se ve que es de tierra el mar.
La ola suelta de un trago
aquí siempre es de huracán